Te amo por ceja,
por cabello,
te debato en corredores blanquísimos
donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre,
te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago
y cintas que dormían en la lluvia.
Quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
así eres, con ese
pelo ondulado gris de las cenizas,
y esa sonrisa.
Busco tu suma,
el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a cualquiera en
una galería de museo.
Además te quiero,
y hace tiempo... y frío.
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