Tierra de Lobos.

Me divido en dos.

Me engendro en la impaciencia,

y en un negro organismo que ruge como el mar.

Me recorto después con las tijeras de mis pesadillas

y caigo en ese mundo con media sangre vuelta a cada lado,

una cara labrada desde el fondo por los colmillos de la furia a solas,

y otra que se disuelve entre la niebla de las grandes manadas.

Corro en Tierra de Lobos,

rodeada de demonios carnosos, sangrientos, feroces.

Miro atrás sin saber quién es el amo,

o si estás tú, meciendote aún en mi cintura o mi cuello...

alargo mis manos buscando tu tacto,

tu protección,

y en el espesor del bosque imaginario,

los lobos convierten mis sueños en su alimento favorito,

y me voy deshaciendo entre sus garras, entre sus dientes,

sintiendo soledad,

aquella en la que me pierdo cuando no te encuentro...