Dañando mis alas...

"Cuando me levanté aquella mañana, la vida me hizo un regalo, aún no sabía que no somos nosotros los que elegimos el momento, sino que el momento nos elige.


Estabas frente a mí, como una mariposa que se afana en libar una flor tras otra, sin que ninguna se le quede atrás. Como buen cazador de mariposas, admiraba el batir de tus alas, tu manera de revolotear por toda la habitación, tu manera de suspenderte en el aire.
Sentí la necesidad de abatir tu vuelo, para observarte de cerca, mirar a tus ojos y dejarte de nuevo en libertad.



Embelesado por tu elegancia y la belleza de tu danza, de las que no eras consciente, me convertí en el cazador cazado, que ironía.
Sorprendido, sentí el batir de tus alas en mis mejillas como la brisa marina del despertar. Los besos de tus alas, me acariciaban como la mano de una madre acaricia a su hijo recién nacido. Te posaste sobre mis labios, creo que confundiéndome con una flor (eso pensaba yo, ¡bendito inocente!), probé en mis labios el néctar de las flores que tú habías recogido selectivamente para mí.

Extendí mi mano y te posaste en mi dedo. Con torpeza hice ademán de capturarte y acerqué mis dedos temerosos por dañar tus alas, eran tan frágiles que tuve miedo. Estaba tan sorprendido, eras tan hermosa y tuve tanto miedo de lastimarte, que cuando comenzaba a sentir el roce de tus alas en mis dedos, agité mi mano y te eché a volar. Tu respuesta ante mi negativa a capturarte no se hizo esperar, un chorro de néctar salió disparado de tu trompa hacía mi ojo, ¡que escozor tiene la dulzura!. En ese momento comprendí que deseabas ser cazada.

Desde ese momento tu vuelo se convirtió en esquivo, altivo, revoloteas cerca de mis labios para que pueda oler tu dulzura, te acercas a mí para proyectar sobre mis labios el dulce néctar, eso sí, sin posarte.


Ahora me dedico a ser experto en ti, estudio las flores, destilo sus esencias buscando el néctar que mezclado con mi saliva, se convierta en tu alimento. Quiero capturarte, más no llevo red, me gusta verte revoloteando por la habitación, se que te capturaré, se que te posarás de nuevo sobre mis labios.
En ese momento se fundirán tu néctar y mi saliva, y libarás de mi boca que se convertirá para ti en tu flor preferida. En ese momento estarás atrapada en libertad, descubrirás en mi cuerpo y en mi alma las miles de esencias que destile para ti. Cautivo de la belleza de tu vuelo, la brisa de tu batir y prisionero de tus alas buscaré siempre los néctares más frescos, más puros dentro y fuera de mí para verte siempre revoloteando a mi alrededor, para sentir tus patitas en mi pecho, eso así, siempre en libertad.

No quiero dañar tus alas, las mariposas deben volar"
Marzo 2009

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