Hombre.

Hombre...

No dejaré siquiera un minuto de pensarte,
porque has hecho que mi vejez se detenga,
porque me das vida sin yo pedír,
porque tu ofrenda es de carne y es calida
y es de todo eso,
eso lo que no se dice…
Hombre... tu piel me llama, 
haces llamas mi sexo.
El tuyo es un deseo.
Un sueño en el que tus dedos
juegan entre mis hechos y virtudes,
en el que tus olores y tus sudores
acarician una rodilla mía entre tus codos
y los pelos de abajo ya están sobre…
Yo fluyo entera en un río de quejidos
al momento desesperado del impacto.
ese que hace explotar los tiempos sin tiempos,
en el que mis sueños se mojan de realidades,
y tus distancias se vuelven dolorosas…

Aún así mis fatigosas manos

hacen el trabajo de traerte una vez más

y mis sabanas celebran con bríos que no existen
a tu mal logrado fantasma…
Y yo espero…
porque no sueño con otra piel que la tuya.
Es más;
hasta sueño solo tus sabores,
que calman mi hambre de sentirme viva,
de ser mujer, una y otra vez,
de ser bonita en tus brazos
y caliente sobre ti….
De mojarme tanto tanto…
que un mar y un cielo no sean y

ni se atrevan a expresar lo que siento por ti…

Hombre: macho, voz, fuerza, brazos, pene, proteccion, armonia y calor...

Juegos y chistes, simpleza de vida,

conciencia de clase, trabajo, tierra…

¡Ay que me haces falta!

Esta noche te escribo
mientras sueño con lamerte

pues la necesidad es tanta
que no hay sueño sino fiebre…

y juego sola,
y es que hace ya tiempo
que así estoy bailando…

Sola con tu fantasma,

pero sola…