
Escribí un poema para un ciego.
Nunca imagine que fuese tan difícil,
Temblaban mis manos, temblaba mi voz,
y sentía que cada frase
debía superar pruebas de la oscuridad
sin luces ni colores.
Escribiré algo que no mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.
Escribiré un poema para un ciego sin pájaros
ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Un poema que se limite a pasar
los dedos por su piel
y que convierta en palabras su mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré
un poema que huela a él,
un poema con el ritmo de sus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de su abrazo.
Mientras tanto, preferiré no escribir nada.
A la espera, sin pedazos.
Ni seré poema en sus oidos.
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