Lettre à D. Histoire d’un amour




El filósofo francés André Gorz y su esposa se suicidan
25/09/2007


TROYES, Francia (AFP) — El filósofo francés André Gorz, uno de los fundadores del semanario Le Nouvel Observateur, se suicidió con su esposa, Dorine, en su domicilio de Vosnon (Aube, este) a la edad de 84 años, informaron el lunes sus familiares.
Nacido en Viena en febrero de 1923 bajo el nombre de Gerard Horst, André Gorz, considerado como un pensador de la ecología política y del anticapitalismo, es autor de 'La ecología como política' y 'Ecología y libertad', entre otros libros.
En 1964 fundó, junto al periodista Jean Daniel, la revista Le Nouvel Observateur. En 1941, fue codirector de la revista Les Temps Modernes, con Jean Paul Sarte y Simone de Beeauvoir, entre otros.
Tras jubilarse en los años 90 se había retirado a una casa en Vosnon, a 35 km de Troyes, con su esposa, quien sufría de una grave enfermedad degenerativa.
"En 1980 escribe 'Adiós al proletariado', que produce un gran impacto en toda Europa y le merece en Francia el repudio de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), en la que actuaba Gorz", según la revista de filosofía en internet Antroposmoderno.
Otros libros suyos son 'Miseria del presente, riqueza de lo posible' (1997), 'Capitalismo, Socialismo, Ecología' (1994) o 'Metamorfosis del trabajo, demanda del sentido' (1988).
Según sus allegados, fue una amiga la que descubrió el drama el lunes por la mañana. Un mensaje sobre la puerta precisaba que había que avisar "a la policía". Los cuerpos de la pareja reposaban uno al lado del otro.


EL AMOR, CONTRA LA MUERTE


A los 83 años, esa carta de amor comenzaba con una confesión muy bella:


“Acabas de cumplir 82 años. Sigues siendo tan bella, graciosa y deseable como cuando te conocí. Hace cincuenta años que vivimos juntos; y te amo más que nunca. Hace días te dije que había vuelto a enamorarme de ti. Y tu vida desbordante me hace feliz, abrazando tu cuerpo contra el mío...

Espío tu respiración, mi mano te acaricia. A ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir a la muerte del otro. A menudo nos hemos dicho que, en el caso de tener una segunda vida, nos gustaría pasarla juntos.”


Seguían ochenta y tantas páginas de amor y esperanza, teñidas de melancolía, ante la contemplación de dos niños, dos jóvenes, un hombre y una mujer que siempre habían vivido condenados al destierro. Ella era una inglesa que hizo su vida en París. Él era un judío austriaco que consagró su vida a soñar un mundo nuevo que solo terminó encontrando en el cuerpo de la mujer que amó, Dorine.
A lo largo de su Carta a D., André Gorz pasa revista a su vida en común. Y advierte que fueron una pareja de solitarios, apátridas, sin tierra, sin familia. Y en esa tierra de nadie del amor fiel, André y Dorine terminan por encontrar la patria inmaterial de un amor que va más allá de la muerte. André y Dorine discuten, cuenta él, la posibilidad de suicidarse. Están solos. Y la muerte, escribía André Gorz, sería para ellos una nueva tierra prometida, donde continuarían amándose. ..

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