Se que me miras,
sé que me escuchas,
me vigilas...me acechas.
Tal vez odiarte seria lo apropiado.
Para hacerlo tendría que sacar mi corazón de la jaula de huesos en la que se esconde adormecido, tomarlo suavemente con mis dos manos, (nunca debería apretar más con una que con la otra), ponerle frente al espejo, y hablarle con dureza, firmemente, hasta que entienda.
Tendría que explicarle motivos para el odio desmesurado, cobarde aunque cómodo.
Razón, sexo, religión, peculiaridades y singularidades...y dudo que lo comprenda.
¿Tanto esfuerzo merece realmente la pena?
Incluso he pensado que lo hagas tu... que lo tomes y le hables, directa y claramente.
Dibuja unos ojos para que distinga las luces de las tinieblas.
Agarralo con desesperación sin que sangre demasiado.
Borra sus miedos.
Enseñale que el sol calienta con un calor confortablemente soporífero que ciega.
Moderale... escuchale... sientelo en tus manos.
Y dime si odio es lo que quieres.
1 personajes osan decir lo que piensan:
¿Que te sucede petitona mía?¿Donde está esa sonrisa tan bonita? Es imposible que tu puedas odiar. Muchos besos, mimos, abrazos, etc...
Publicar un comentario